martes, 10 de agosto de 2010

el indio y los hortelanos

Paz, amor y luz. Al servicio de DIOS. Somos UNO.
El indio. 3-8-10.

Érase una vez un niño indio que vivía con su tribu en las grandes praderas. Paso el tiempo y el niño creció y le llego la hora de plantearse su camino en la tierra, para ello se dispuso a seguir la antigua tradición de su pueblo.
Al amanecer muy temprano se dirigió hacia las montañas, se buscó un lugar, y empezó a construir un gran circulo de piedra del que no saldría sin obtener respuestas, se situó en él, y comenzó su ayuno y oración.
Estando un tiempo en el círculo, se le acercó una serpiente amenazante, el joven indio dijo:
No he venido yo aquí a ser presa del miedo, no abandonaré, y siguió orando.
Al siguiente día, los cielos se cubrieron de nubes y se desató una gran tormenta, la lluvia empapó su cuerpo, y los rayos cayeron amenazantes, aún así el indio dijo:
No he venido yo aquí para luchar contra los elementos, no abandonaré, y siguió orando.
Paso la tormenta, al día siguiente cuando amaneció el cielo estaba claro y el sol empezó a calentar, el joven notaba como subía la temperatura y como brotaba el sudor por cada poro de su piel, el calor se hacia insoportable y la falta de agua lo hacia mucho más duro, sin embargo el indio dijo:
No he venido yo aquí para ir en busca de la comodidad, y no huiré en busca de agua o sombra, y siguió orando.
Entonces el Gran Espíritu le contesto:
Joven, por 3 veces has preferido la muerte que vagar sin rumbo, y es por eso que serás un gran jefe y te recordarán las generaciones.
Él muy contento volvió a su pueblo y llegó a ser un gran jefe de su tribu, amado y respetado hasta el fin de sus días.




Paz, Amor y Luz. Al servicio de DIOS. Somos UNO.

Los hortelanos
9-8-2010

Había un gran señor que tenía una gran extensión de tierras. Un día dijo:
Contrataré a dos hortelanos para que cuiden de mis huertas, yo voy siendo viejo y mis fuerzas flaquean.
El gran señor dividió las tierras en dos y dejó que cada hortelano trabajase la tierra a su modo.
Al finalizar la temporada los llamó de nuevo y les preguntó:
¿Cómo es qué la cosecha de uno ha sido excepcional y la del otro ha sido escasa?
El buen hortelano respondió:
Señor, yo me limito a conocer y luego aplico lo que sé, primero estudio el terreno, el clima, y conozco las plantas y sus necesidades, luego aplico lo que sé. Además he disfrutado al máximo del proceso y de cómo se desarrollaban los cultivos con facilidad y sin ningún esfuerzo, me ha bastado fluir con sus necesidades.
El hortelano malo respondió:
Yo gran señor he sufrido mucho, pues he trabajado muy duro sin embargo el resultado ha sido escaso, he cosechado poco y en mis terrenos sólo han crecido cardos y abrojos. Yo he plantado todo tipo de plantas y las he regado, sin embargo, no se nada sobre la tierra, ni sobre las plantas ni sus necesidades.
El gran señor dijo:
Ve y aprende como obtener cosechas excepcionales, la próxima temporada espero que los dos tengan una cosecha excepcional; y los envió de nuevo a las huertas.
En la siguiente temporada ambos produjeron las mejores verduras y hortalizas de la comarca.
El gran señor les felicitó y les dio sus tierras, pues sabía que estaban en buenas manos.


Amados hermanos, si sabéis lo que no, llegaréis a saber lo que sí; al igual que el indio, y todo el que sigue las enseñanzas de los grandes maestros alcanzan su recompensa. Se os ha dicho de muchas maneras y todo dicho está, pues no hay nada nuevo bajo el sol, al igual que el hortelano primero es conocer y luego aplicar lo que conoces, sino, todo es dolor, lucha y malos resultados.
Al servicio de Dios. Somos uno.

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